Gilles Deleuze



Categorizado académicamente como uno de los principales filósofos de la diferencia junto a Michel Foucault y Jacques Derrida, en la actualidad, el pensamiento de Gilles Deleuze se está convirtiendo en uno de los más difundidos y utilizados tanto en campos afines como lejanos a la filosofía. En efecto, los conceptos desarrollados junto a Félix Guattari durante la década de los 70 en El AntiEdipo y Mil Mesetas mantienen una presencia creciente en la ontología, el psicoanálisis, la teoría política, la crítica literaria y artística, la arquitectura y el urbanismo, la teoría de género, el postcolonialismo, e incluso en los últimos desarrollos de la teoría de la información y la biología genética.

La originalidad y novedad conceptual que conlleva su trabajo junto a Guattari hunde sus raíces en un análisis pormenorizado de la filosofía moderna, encaminado a reconstruir una interpretación alternativa de la misma en conflicto directo con el platonismo, el racionalismo cartesiano y la dialéctica hegeliana. Para ello, Deleuze problematizará principalmente el concepto de representación, la dualidad sujeto-objeto, y las relaciones de trascendencia, a las que contrapondrá nuevos conceptos como devenir, acontecimiento, rizoma, virtual, o agenciamiento, basados todos ellos en la univocidad del ser y la inmanencia absoluta de toda realidad.

Pese al hecho de que Deleuze e Guattari sean co-autores del El AntiEdipo y de Mil Mesetas, en realidad la lógica subyacente a estas obras es casi enteramente deleuziana. Si bien Guattari introduce algunos conceptos realmente útiles como los de transversalidad, agenciamiento, o ritornello (que nada tiene que ver con el significado que dicho concepto toma en Vico, sino que es ensayado a propósito de la teoría musical), y aplica y desarrolla junto con Deleuze los razonamientos y perspectivas de ambas obras, al final el mejor acercamiento a dichos textos es un estudio sistemático previo de las obras deleuzianas. Este hecho llevó a una inicial omisión del nombre de Guattari en las primeras críticas y recepciones de El AntiEdipo tras su publicación en 1972. Estos textos presentan una gran dificultad intrínseca de comprensión, causada por el gran número de neologismos inventados y conceptos creados —como ya hemos visto, ésa es una función primaria de la filosofía según los propios autores.


En conclusión, como ya se ha podido ver, la apuesta filosófica de Deleuze consiste prioritariamente en un intento de ir más allá de la filosofía moderna mediante la superación de todo lo que implica el concepto de representación y la división sujeto-objeto. Para ello lleva hasta el extremo el potencial no desarrollado de conceptos o problemáticas desarrollados en el ámbito de esta misma filosofía moderna que trata de superar. Debido a esto, algunos comentaristas han resaltado cómo la filosofía de Deleuze, al igual que la de Derrida, es una filosofía que se realiza siempre desde textos ajenos. Es decir, el método de construcción y avance de la filosofía se realiza como crítica de lo ya escrito, partiendo de un problema planteado por otro autor, normalmente uno afianzado dentro de la historia de la filosofía, en este caso Hume, Spinoza, Leibniz, Kant, Hegel, Bergson, etc. El principal problema es, pues, la cuestión de la autoría y el rigor histórico. A este respecto, es corriente entre los comentaristas de este filósofo francés el caracterizar su método de análisis y crítica de otros filósofos como la creación de un “monstruo” en el que esos autores jamás pensaron mediante el empleo de los conceptos y la lógica por ellos mantenidos.

Por otra parte, existe una divergencia fundamental de opiniones en lo referente a su recepción. Unos opinan que la filosofía realmente propia del pensamiento deleuziano es la que realizó durante los años 70 en colaboración con Félix Guattari. Otros en cambio mantienen que el verdadero potencial filosófico del trabajo de Deleuze está contenido en sus dos grandes textos previos: Diferencia y Repetición, y Lógica del Sentido. Sea como fuere, se ha de reconocer la postura mantenida por Slavoj Žižek según la cual, la postura metodológica de Deleuze en sus obras en solitario consiste en partir de lo ya conformado, sea la materia, el pensamiento, o el lenguaje, para llegar al «acontecimiento del sentido como devenir incorporal» —postura metodológica que el materialismo del autor esloveno apoya y defiende—, mientras que en el trabajo desarrollado con Guattari prevalece «la lógica del devenir como producción de seres materiales». [Zizek 2006: 38]. Es decir, mientras que antes de la colaboración con Guattari la metodología consistía en explicar lo inmaterial (lo virtual) a partir de lo material (lo actual), con posterioridad a la misma el método pasa a explicar lo material (lo actual) a partir de su producción desde lo inmaterial (lo virtual). Una postura que Žižek critica como idealista.

Además, este es el argumento básico de la crítica materialista al pensamiento deleuziano, una crítica que fue originalmente desarrollada por Alain Badiou desde la parisina Universidad de Vicennes, en la que ejercía el mismo Deleuze como profesor, y cuyo culmen literario se produjo con la publicación de su libro sobre la obra deleuziana en 1997 [Badiou 1999]. En él, se caracteriza a Deleuze como un pensador completamente tradicional y académico cuyo principal problema es la cuestión, ya clásica, de lo uno y lo múltiple, o cómo poder explicar la multiplicidad actual a partir del devenir único virtual en que consiste el “despliegue” de lo Uno. Una posición ampliamente criticada por seguidores de Deleuze como François Dosse, Anne Sauvagnargues o Michael Hardt, quienes han realizado un gran esfuerzo por difundir, ampliar y desarrollar el pensamiento deleuziano en los ámbitos de la historia de la filosofía, la estética y la teoría política respectivamente [Dosse 2010, Sauvagnargues 2006, Hardt 1993].

Por último, debemos concluir subrayando el carácter aún prematuro de las diversas recepciones deleuzianas en relación con la historia de la filosofía dada la temprana fecha de la muerte del autor así como el tardío inicio de su recepción si la comparamos con la de otros autores como Foucault o Derrida. Así pues, si a día de hoy es innegable la marcada influencia de su pensamiento en el ámbito filosófico, influencia que le garantiza una presencia perenne en la historia de la filosofía, es pronto todavía para saber en qué modo será categorizada la complejidad de su pensamiento. Ahora bien, una primera precisión de dicho puesto ya ha sido realizada mediante el consenso apoyado tanto por sus seguidores como por sus detractores, que consideran su obra como ajena al vago concepto de “postmodernidad”, relacionado directamente con la obra de Rorty, Vattimo o Rovatti. En lugar de ello, ha sido creada ex profeso una nueva “etiqueta” o “pseudo-corriente” filosófica para caracterizar de forma concreta el objetivo filosófico tanto de su pensamiento como del de Foucault o Derrida: la filosofía de la diferencia.

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